jueves, 16 de julio de 2015

Pulhapanzak


 

Las impresionantes cataratas son las segundas más grandes de Centroamérica y la novena maravilla del país.  
Las cataratas de Pulhapanzak funcionan como parque nacional desde 1976, cuando fueron adquiridas por Héctor Sabillón Cruz, el exalcalde de San Pedro Sula, quien se las compró a su abuela.

Desde entonces este parque se ha ido renovando hasta lograr convertirse en uno de los mayores atractivos turísticos de Honduras.
La caída de agua de 43 metros es la más grande de Centroamérica después de El Salto del Chilascó en Guatemala, que mide 133 metros de altura y ha sido declarada la novena de 33 maravillas de ese país.
Pulhapanzak ofrece otros atractivos como deportes extremos, entre ellos canopy y tour en neumáticos (tumbing), cabañas, área de piscinas, balneario natural, caminata por los senderos hasta la naciente de agua del río Lindo, cuevas atrás de las cascadas, restaurante y zona de recreación, bosque y vestigios mayas; con frecuencia es utilizado para bodas, seminarios y grupos religiosos.

¿Cómo llegar?
 La espectacular catarata está ubicada a 17 kilómetros del lago de Yojoa. Se encuentra en San Buenaventura, una aldea adelante de Peña Blanca.

Se puede entrar por el desvío que conduce a la comunidad de Río Lindo o por el camino de Peña Blanca que conduce a finca Las Glorias.
También hay buses que hacen el recorrido entre las dos comunidades. Al llegar a San Buenaventura se debe caminar unos 300 metros para llegar al balneario privado, donde se encuentra Pulhapanzak que abre sus puertas los 365 días del año desde las 7:00 am a 6:00 pm.

Precios
Para nacionales, la entrada a las instalaciones de Pulhapanzak es de L 70.00, L 500.00 se paga por el canopy, L 250.00 por el paseo por la cascada y L 500.00 por el recorrido con neumáticos.
Los alimentos varían su precio según lo pedido por el cliente y el menú ofrece desde pescado, pollo y carne asada hasta hamburguesas, hot dog, pizza y bebidas. El precio de las cabañas va desde los 1,900 lempiras la noche para dos personas.
Aunque la catarata se encuentra en una zona muy segura que no representa peligro de delincuencia para los turistas, los administradores del parque manifiestan que a diario deben luchar con las personas de la misma comunidad que intentan deforestar el área.


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